Gerald Reischl y el engaño de El engaño Google

Gerald Reischl - El engaño Google

Hace unos días terminé de leer el libro «El engaño Google». Me había atrapado tiempo atrás mientras paseaba por los pasillos de la Fnac. Desde lo alto de la estantería no cesaba de gritar: ¡Cógeme, cógeme! (perdón si eres mexicano). 🙂 Tras unos minutos de hojearlo y de convencerme de que tendría una lectura interesante, la Fnac realizó una venta y mi banco vió cómo mi cuenta disminuía en 18 euros. ¡Craso error!

Confieso que tenía dudas acerca de esta entrada, si escribirla o no. Pero como me han preguntado varias veces mi opinión sobre el libro, finalmente he decidido escribirla. La sarta de sandeces que pueblan a «El engaño Google» es tan amplia que no podía quedarme indiferente.

El tema de Google como «Gran hermano» ha dado mucho de qué hablar. Baste realizarle una consulta al propio buscador. Es un asunto realmente interesante, pero una cosa es dar una opinión, acertada o no, bien fundamentada o no, en un foro o blog de internet, y otra cosa es escribir un libro pretendidamente serio sobre la materia. Vaya, que no es lo mismo hablar de fútbol con los amiguetes en un bar, cerveza en mano, que dirigir un verdadero equipo sobre el terreno.

Comento a continuación algunas afirmaciones o fragmentos del libro que, en mi opinión, afectan la credibilidad global del texto. Te prevengo que, si aún no lo has leído, quizás no te guste conocer parte de la película por adelantado.

Ya desde la portada nos enseña por dónde viene lo que sigue. «Una potencia mundial incontrolada en Internet» es el subtítulo del libro. ¿Qué significa esa afirmación? ¿Que las demás potencias mundiales de Internet sí están controladas? ¿Quién las debe controlar? ¿Realmente está incontrolada? ¿Realmente hace Google todo lo que quiere en Internet? Entonces, por poner un ejemplo, ¿por qué las caras de las personas y las matrículas de coches que muestra Street View salen difuminadas? ¿Porque los chicos de Google son unos majos y no quieren invadir la privacidad de nadie?

En la página 110 dice el autor: «En teoría, también es posible realizar una búsqueda mediante reconocimiento del habla desde casa, con un ordenador conectado a una red fija». En teoría no, en la práctica. Desde que salió Windows Vista, cualquier usuario con ese sistema operativo puede, literalmente, hablarle a la máquina sin necesidad de instalar ningún programa especial. Quizás en alguna entrada futura hable sobre el Windows Vista y el reconocimiento de voz. Por cierto, el libro es posterior a la salida al mercado del sistema operativo de Microsoft.

Reischl nos dedica todo un capítulo (GOOGLE Y LA SOCIEDAD DEL «COPIA Y PEGA») a intentar convencernos de que Google promueve la práctica del plagio y, además, no hace nada por evitarlo. «En rigor, sólo los que desarrollan los motores de búsqueda podrían crear métodos para luchar contra este síndrome, pero parece que Google no quiere complicarse la vida. En vez de diseñar un servicio semejante al alemán Docoloc, la empresa lanza al mercado servicios como Google Translate o Google Notebook, que facilitan la copia e inducen al usuario a seguir plagiando».

O sea, que si has llegado a este sitio desde cualquier motor de búsqueda, a través de algún enlace, o escribiendo directamente www.hinojosachapel.com en el navegador y además, se te ocurre la peregrina idea de copiar el contenido de esta página, ¡la culpa es de Google! Tiene gracia, ¿no?

En este mismo capítulo dice: «Es posible que la empresa de Mountain View caiga víctima de la sociedad del «copia y pega». Sólo hace falta que a alguien en India o China se le ocurra la idea (si es que no se le ha ocurrido ya) de copiar Google y, conforme al lema «más vale bien copiado que mal inventado» lo comercialice como un servicio nuevo». Jajajaja… Copiar Google… ¿Cómo no se le había ocurrido a la gente de Microsoft? ¿Pero, a qué esperan los chicos de Yahoo!?

Más adelante, en la página 156, nos dice Reischl: «Existen muchas alternativas y también países en los que los colores de Google aún no brillan en todas las pantallas. Puede que el resto de los buscadores no sean tan populares como Google, pero no tienen por qué ser peores. Al contrario. No funcionan con un mecanismo de activación de publicidad tan astuto como Google AdWords, sino que se centran sobre todo en una cosa: buscar y encontrar«.

Yo pensaba que Google justamente lo que hacía era «buscar» y «encontrar», pero ahora me entero de que estaba equivocado. Eso lo hacen los buscadores menos populares. Entonces, si Google ni busca ni encuentra, ¿para qué lo usa la gente? Es un misterio digno de un Expediente X.

Por otra parte, los otros buscadores «menos populares» no son Hermanitas de la Caridad, como quiere hacer ver Reischl, y los hay que también poseen «un mecanismo de activación de publicidad tan astuto como Google AdWords«. Por ejemplo, Microsoft tiene Microsoft Advertising, hoy con Bing pero ya existía desde la época de Live; Yahoo! tiene Yahoo! Advertising; Ask tiene Sponsored Listings… Todos muestran «enlaces patrocinados».

En este capítulo, el autor enumera y describe algunos buscadores alternativos a Google, haciendo énfasis en sus supuestas ventajas. Por ejemplo, escribe: «Una página alemana de pies a cabeza es Mister Wong. En esta página, los usuarios pueden buscar en un catálogo de páginas web que —no olvidemos que estamos en la era de la Web 2.0— está adaptada a los usuarios de Internet«.

¿Quizás debería estar «adaptada» a los usuarios de la radio? ¿Te imaginas leer que un programa de televisión es bueno porque está «adaptado» al lenguaje televisivo? ¿O que un periódico es bueno porque está «adaptado» al lenguaje de la prensa? ¿O que una publicidad es buena porque está «adaptada» al lenguaje publicitario? ¿O que…?

Ésta es una de las tantas afirmaciones donde mezcla hipótesis creíbles y conocidas con tonterías: «El 90% de lo que hay en la Red no lo encuentra siquiera Google, ya que éste, como todos los buscadores existentes, se queda en la superficie. Google sondea sólo la denominada «Visible Web», es decir, la «Red visible». Aquellas áreas que contienen información fundada, en las que está almacenado el saber, no se sondean.» Es decir, que ese 10% al que tenemos acceso gracias a los buscadores, no contiene «saber» almacenado. Pon aquí tu contraejemplo favorito. ¿Quizás la Wikipedia? ¿O el programa del MIT OpenCourseWare?

Puede que uno de los capítulos más interesantes sea el último: EL ESTUDIO DE GOOGLE: LA ENCUESTA DE MARKETAGENT.COM. Cito textualmente el primer párrafo: «El instituto austríaco de estudios de mercados Marketagent.com realizó en exclusiva para este libro una encuesta en la que se analiza cómo utilizan Google concretamente los usuarios de Internet y qué información se conoce acerca del buscador. Por medio de 500 entrevistas en línea asistidas por ordenador, se preguntó a usuarios de Internet de edades comprendidas entre los catorce y los cincuenta y nueve años cómo había afectado Google a sus vidas y qué grado de conocimiento e imagen tenían del buscador».

¿No ves nada raro? Quieren conocer la opinión de «los usuarios de Internet», pero no nos dice cuáles usuarios. No sabemos nada del tamaño de la población a estudiar. Para eso realizaron 500 entrevistas. ¡Una muestra de sólo 500 encuestados! ¿En representación de una población de 2000 internautas, sólo de Alemania o Austria, de toda Europa, o de todo el mundo? Pues a partir de esos 500 participantes, podemos leer cosas como estas:

«Microsoft era percibida por los usuarios de Internet como la empresa de TI con mayor poder: tres cuartas partes de los encuestados están convencidos de que Microsoft es la que domina el mundo de las TI, mientras que sólo un 14,9% consideraban que Google está entre los más poderosos del sector.»

«Google es, con creces, el buscador más popular: el 93,6 % de los encuestados lo utiliza. Yahoo! queda bastante lejos, con un 37,7%, aunque es dos veces más utilizado que AltaVista (19,5%) y MSN (15%). Cada usuario de Internet busca en Google una media de 6,8 veces al día.»

«Con su filosofía del «todo gratuito», Google va sin duda por buen camino, pues cuatro de cada cinco usuarios consideran «muy importante» que la búsqueda sea gratuita. Para el 65 % son también importantes la rapidez y la correcta estructuración de los resultados. El 40% de los usuarios de Internet encuentra importante que se propongan correcciones a la solicitud de búsqueda.»

«Casi el 83 % de los usuarios de Internet está convencido de que los buscadores contribuyen a la formación: el 40,9 % responde «sin duda» y el 42 % con «más bien sí». Sólo uno de cada veinte usuarios opina que Google no tiene en absoluto, o más bien no tiene, una función cultural.»

«El estudio realizado por Marketagent.com revela que cerca de cuatro de cada diez usuarios de Internet han copiado y utilizado en textos propios información de una enciclopedia en línea al menos una vez.»

Es decir, sólo les preguntaron a 500 personas su opinión y extrapolaron los resultados a «todos los usuarios de Internet». Desde el principio confunde o identifica erróneamente la muestra con la población. No es lo mismo decir «la mitad de los encuestados» que «la mitad de los usuario de Internet», al menos en este caso en el que claramente se ve que el tamaño de la muestra es insuficiente, por lo que la muestra no es representativa de la población. Simplemente podría haber hablado sólo de los encuestados. Un típico y claro ejemplo de manipulación de los resultados de un estudio estadístico.

Para no dejarnos con un mal sabor de boca, el libro culmina por todo lo alto con este párrafo: «Servicios de búsqueda anónima. Dejando a un lado el hecho de que existen alternativas a Google, existen también métodos con los que se evita revelar datos confidenciales y la dirección IP en la Red. No obstante, sólo uno de cada dos usuarios de Internet conoce su existencia. Servicios como Anonymizer, The Onion Router o JAP son conocidos únicamente por tres de cada cien usuarios de Internet».

Bueno, bueno. ¿En qué quedamos? ¿Los conoce el 50% o el 3%? ¿Y el dato también lo sacó de los 500 encuestados? Francamente, el tema del libro es interesantísimo y de actualidad, pero se merecía un tratamiento mucho más serio y riguroso. Es cierto que ofrece mucha información relacionada con Google pero, afirmaciones erróneas o ingenuas como las aquí mostradas lastran su calidad y credibilidad.

Por otra parte, critica constantemente acciones, estrategias y movimientos de Google que son absolutamente coherentes con la lógica empresarial. Reischl no sabe u olvida que Google es una empresa como tantas, cuyo objetivo supremo consiste en ganar y ganar dinero. Nos quiere hacer creer a todo lo largo del libro, que Google es una inocente y altruista ONG. ¿Qué piensas tú? ¿Ya lo has leído? ¿Merecería la pena? Dame tu opinión.